Crónica: Juan Latienda Muñoz

Regularmente me paso más de diez horas a la semana en la Escuela de Beisbol de Los Toros, en la Rochapea, enseñando a niños y niñas a jugar béisbol. Probablemente todos se lleven una sorpresa cuando me vean con el traje de gala, pero la ocasión lo merece pues entre los invitados e invitadas están las personalidades más reconocidas del ámbito deportivo en la comunidad: Ernesto Modrego, director de la Fundación Miguel Indurain; Begoña Echeverría, jefa de la sección de promoción deportiva del Instituto Navarro del Deporte, Cristina Ibarrola y Fernando Aranguren, concejales del Ayuntamiento de Pamplona, Maite Esporrín, parlamentaria de Navarra y Pablo Carpio, Presidente de la Real Federación Española de Béisbol y Softbol.

Al cruzar el dintel de la puerta del Palacio del Condestable, en la calle Mayor de Pamplona, piensas que estás en la premiere de algo importante. Los asistentes se hacen fotos en el photocall y se sienten importantes por participar de un evento que, si bien no ha contado con fondos para la producción, ha tenido un desarrollo de algo más de tres años de duración.

El tono, la estructura y la lectura de los acontecimientos que se narran tienen una visión personal. Es decir, el documental narra los hechos desde el punto de vista de sus autores y la composición trata de plasmar ese mismo aspecto con la mayor fidelidad posible. Asimismo, Iñaki Modrego (Ikañi) y David Irisarri han querido dejar patentes las dificultades que entraña crear un club desde cero; sin medios ni solvencia, pero sobre todo sin unas instalaciones. No en vano así reza el título: Una historia de Toros, barreras y pelotas. Júzguese el último término en sentido figurado o literal, al gusto. Alternando, por un lado, las entrevistas personales de actores implicados como Okaury Montero, capitán del equipo de División de Honor, así como de su mariscal de campo, Diego Pérez y del propio staff técnico y, por otro lado, con grabaciones en formato de reality de la convivencia del equipo en su fase más temprana, nos invitan a caminar con ellos en el periplo de cinco años desde su ascenso a la máxima categoría del beisbol estatal. Son destacables dos momentos en la narración, por su epicidad: en la primera parte el momento de la búsqueda de un soporte económico por parte de los creadores del proyecto, como se suele decir, predicando en el desierto. Y en la segunda parte, con la aparición de las entrenadoras del equipo de ligas inferiores tomando la palabra: Saioa Pérez y Badiaa Amdifi. Cuyo proyecto, dicho sea de paso, es el más atractivo en el horizonte actual de los Toros, ya que en breve presentarán la sección femenina dentro de la franquicia.

Y vamos a entrar ahora en el meollo de la cuestión y resulta que no encuentro mejor manera de presentarla si no es a través de la pregunta que me hizo no sin cierta perspicacia una persona que asistió al evento: «¿Oye, uno cómo crea, cómo se le pasa por la cabeza, un club si no tiene instalaciones?». La pregunta tiene enjundia, ya que en Iruña existen un sinnúmero de equipos y clubes federados adscritos a instalaciones deportivas tales como Amaya, Oberena, San Juan, Irabia, La única, etc. que dan un soporte físico que cubre todas las necesidades. Y, por supuesto, no federados hay muchos equipos; tantos como canchas de fútbol, baloncesto, frontones y petanca. Tan solo han de hacer unas sudaderas. En nuestra comunidad la práctica del béisbol entraña ciertos riesgos para los viandantes, algo que en el resto del mundo se resuelve con un cartel de aviso. El parque público más antiguo de EEUU está en el corazón de Boston y tiene un campo de béisbol público espectacular; en el Central Park de Nueva York hay media docena de campos de softbol y nadie se echa las manos a la cabeza. ¿Se imaginan en plena Vuelta del Castillo o en la Vaguada un campo de béisbol? Pues créanme que existió allá por la década de los setenta cuando la pelota arraigó en nuestra capital. Incluso forma parte del blasón de la peña Aldapa. Pero eso es otra historia. El caso es que, media centuria después, el Ayuntamiento oyó las necesidades de la comunidad dominicana y consideró apropiado dotar de unas instalaciones apropiadas a la ciudad para la práctica del softbol. Hito que ha marcado un antes y un después para el equipo de Iñaki Alfonso, Alberto Español y Víctor Martínez que tras cinco años buscando un sitio para poder jugar sin crear suspicacias, encontraron un sitio donde asentarse y poder crear la Escuela de Béisbol. La buena relación existente con la comunidad latina cuyo enlace es Yovanny De Leon lo hizo aún más fácil.

No es un campo de béisbol en sí, pero con la implementación de un túnel de bateo gozaría de todas las necesidades de un jugador o jugadora de béisbol.

Así es que bien está lo que bien termina y tras unos comienzos difíciles, tal y como se muestra en la primera parte del documental, los huérfanos del béisbol han encontrado un hogar gracias a la coyuntura y a la visión de los gobernantes de la ciudad. Sostener una franquicia con su escuela requiere de cierto aporte económico y, si bien ese aporte es menor teniendo en cuenta los beneficios sociales que se obtienen de la Escuela de Béisbol de los Toros en el barrio, una escuela que ha recibido la catalogación de Proyecto deportivo de Interés Social, la iniciativa de este documental da testimonio del esfuerzo y la entrega de un proyecto más vivo que nunca.